Gloriosos colores, que me inundan en llanto, alegrías desenfrenadas, pánicos, agonías, pero sobre todo, pasión, de seguirte, de quererte con lo más puro de mi alma. El blanco de los cielos, en un agónico grito monumental; el rojo de la sangre, circulando sobre mí, por ti. Hoy, te veo caído, y no te pienso abandonar. Porque siempre estuviste, porque siempre fuiste mi amigo, porque cada vez te quiero mas. Hoy, mi River querido, no puedo dejarte de alentar. Porque te llevo en alma, porque me duele verte así, porque cada vez te quiero más. Mi viejo amigo, nunca te he de abandonar.